martes, 19 de abril de 2011

CON EL PIE IZQUIERDO... DESDE SIEMPRE CON EL PIE IZQUIERDO.

  Un día 28 de mayo me levanté con el pie izquierdo, me puse a escribir con renglones torcidos lo que marcaría mi rutina durante el resto de mis días hasta la fecha. Ese día, 28, todo me salía torcido, no hacía nada a derechas y me dediqué a lamentarme a diestro y siniestro. Se hizo de noche, y bajé del coche con el pie derecho, la suerte se giró de golpe, se me quedó mirando y me sonrió, me sonrió la vida y me sonrió La AventUra que Rápidamente Acababa de empezar.
  Desde ese día 28 me levanto siempre con el pie izquierdo, hago las cosas al revés, me salen mal queriendo hacerlas bien, escribo en renglones torcidos mis cagadas, a ver si de pura vergüenza se enderezan... Pero no es así.
  Con el pie izquierdo le pego patadas a tus sonrisas, con el pie izquierdo pisoteo tus ganas de mí, con el pie izquierdo aplasto los planes y con el pie izquierdo pateo tu día y lo destrozo. Cuando planeo un día perfecto viene el sol a esconderse y aparece la lluvia, estropea el plan y hace que dentro de mi crezca una planta que se llama angustia, que hace que no quiera planear nada. Cuando la angustia crece la tengo que abonar con un sustrato rico en desgana y en paranoias, que hace que esa planta crezca fuerte. Pero entonces llegas tú con tus tijeras de podar, me das la mano y arrancas de raíz la angustia.      Me quitas las ganas de decirte que “hay días que es mejor no levantarse de la cama” y me cambias mi pie izquierdo por un pie derecho, me conviertes en un monstruo deforme, con dos pies derechos, para que nunca más me levante con el pie izquierdo. Para que nunca me equivoque, para que todo salga bien.
  Desde el día 28 me levanto con el pie izquierdo, desde el día 28 soy zurdo para todo, desde el día 28 no acierto pero seguimos vivos, seguimos adelante... Porque tú me haces ver cada día, en tu sonrisa, que tengo dos pies derechos.